Montaña y Arbol

Poesía, Cuentos, Arte y Literatura

jueves, abril 24, 2014

"La Serpiente que Danza" - Charles Baudelaire

          


La Serpiente que Danza

       Me encanta, oh mi cara indolente,
          si en tu cuerpo veo,
          de tu piel, tela vacilante,
          el blando espejeo.

          Sobre tu honda cabellera,
          de aroma salvaje,
          mar olorosa y vagabunda
          de azul oleaje,

          como navío al que despierta
          matutino viento,
          mi alma soñadora apareja
          a un lejano intento.

          Tus ojos, en los que no se revela
          nada dulce ni amargo,
          son dos joyas frías en las que se mezcla
          el oro con el hierro.

         Al verte marchar cadenciosa,
         Bella en tu abandono,
         Se diría una sierpe que danza
         En el extremo de un bastón.

         Bajo el fardo de tu pereza
         Tu cabeza de niño
         Se balancea con la molicie
         de un joven elefante.

         Y tu cuerpo se inclina y se estira
         Cual un fino navío
         Que rola bordeando y sumerge
         Sus vergas en el agua.

         Como un oleaje engrosado por la fusión
         De los glaciares rugientes,
         Cuando el agua de tu boca sube
         Al borde de tus dientes,

         Yo creo beber un vino de Bohemia
         Amargo y vencedor,
        ¡Un cielo líquido que esparce
         Estrellas en mi corazón!


Charles Baudelaire

lunes, abril 14, 2014

"Una Carroña" - Charles Baudelaire


"Una Carroña"


Recuerda lo que vimos, alma mía,
esa mañana de verano tan dulce:
a la vuelta de un sendero una carroña infame
en un lecho sembrado de guijarros,

con las piernas al aire, como una mujer lúbrica,
ardiente y sudando los venenos
abría de un modo negligente y cínico
su vientre lleno de exhalaciones.

El sol brillaba sobre esta podredumbre,
como para cocerla en su punto,
y devolver ciento por uno a la gran Naturaleza
todo lo que en su momento había unido;

y el cielo miraba el espléndido esqueleto
como flor que se abre.
Tan fuerte era el hedor que tú, en la hierba
creíste desmayarte.

Zumbaban las moscas sobre este vientre pútrido
del cual salían negros batallones
de larvas que manaban como un líquido espeso
por aquellos vivientes andrajos.

Todo aquello descendía y subía como una ola,
o se lanzaba chispeante
se hubiera dicho que el cuerpo, hinchado por un aliento vago,
vivía y se multiplicaba.

Y este mundo producía una música extraña
como el agua que corre y el viento
o el grano que un ahechador con movimiento rítmico
agita y voltea con su criba.

Las formas se borraban y no eran más que un sueño,
un esbozo tardo en aparecer
en la tela olvidada, y que el artista acaba
sólo de memoria.

Detrás de las rocas una perra inquieta
nos miraba con ojos enfadados,
espiando el momento de recuperar en el esqueleto
el trozo que había soltado.

Y, sin embargo, tú serás igual que esta basura,
que esta horrible infección,
¡estrella de mis ojos, sol de mi naturaleza,
tú, mi ángel y mi pasión!

¡Sí! tal tú serás, oh reina de las gracias,
después de los últimos sacramentos,
cuando vayas, bajo la hierba y las fértiles florescencias,
a enmohecer entre las osamentas.

Entonces, oh belleza mía, di a los gusanos
que te comerán a besos,
¡que he guardado la forma y la esencia divina
De mis amores descompuestos!



Charles Baudelaire

¡TORRES DE DIOS! ¡POETAS! - Rubén Darío



¡TORRES DE DIOS! ¡POETAS!  


¡Torres de Dios! ¡Poetas!
¡Pararrayos celestes
que resistís las duras tempestades,
como crestas escuetas,
como picos agrestes,
rompeolas de las eternidades!
La mágica esperanza anuncia un día
en que sobre la roca de armonía
expirará la pérfida sirena.
¡Esperad, esperemos todavía!
Esperad todavía.
El bestial elemento se solaza
en el odio a la sacra poesía
y se arroja baldón de raza a raza.
La insurrección de abajo
tiende a los Excelentes.
El caníbal codicia su tasajo
con roja encía y afilados dientes.
Torres, poned al pabellón sonrisa.
Poned, ante ese mal y ese recelo,
una soberbia insinuación de brisa
y una tranquilidad de mar y cielo…


Rubén Darío