Montaña y Arbol

Poesía, Cuentos, Arte y Literatura

jueves, diciembre 22, 2016

Las Letanías de Satán - Charles Baudelaire





Las Letanías de Satán



Oh tú, Ángel sabio y bello, de alabanzas privado,
Dios que fue por la suerte adversa traicionado,

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

Príncipe del Destierro, con quien se fuera injusto,
y que, vencido, siempre te yergues más robusto,

¡Oh Satán ten piedad de mi larga miseria!

Tú, que das al proscrito el mirar altanero
que en torno del cadalso condena a un pueblo entero,

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

Tú, que el rincón conoces de tierras envidiosas
donde ocultó el celoso Dios las piedras preciosas,

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

Tú, cuyos claros ojos saben en qué arsenales
amortajado el pueblo duerme de los metales,

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

Tú, cuya mano real ciega los precipicios
al sonámbulo errante sobre los edificios,

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

Tú, cuya magia los viejos huesos aligera
del ebrio al que de noche un caballo embistiera,

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

Tú, cuya mano real ciega los precipicios
al sonámbulo errante sobre los edificios,

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

Tú, cuya magia los viejos huesos aligera
del ebrio al que de noche un caballo embistiera,

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

Tú, que por consolar al débil cuando sufre,
a mezclar nos enseñas salitre con azufre,

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

Tú, que posas tu sello, oh cómplice sutil,
sobre la frente del Creso implacable y vil,

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

Tú, que de las rameras el corazón halagas
con el culto al harapo y el amor de las llagas,

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

Bastón de desterrados, lámpara de inventores,
de ahorcados confesor y de conspiradores,

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

Padre adoptivo de los que, en su ciego enfado,
Dios Padre del terrestre paraíso ha arrojado,

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!





Charles Baudelaire
Traducción de Nidya Lamarque

miércoles, noviembre 23, 2016

El Confiter del Artista - Charles Baudelaire




El Confiter del Artista

    ¡Qué penetrante es el final de los días de otoño! ¡Ah, penetrante hasta el dolor! Pues hay ciertas sensaciones deliciosas, cuya vaguedad no excluye la intensidad; y no hay punta más acerada que la del Infinito.

    ¡Gran delicia la de ahogar la mirada en la inmensidad del cielo y del mar! La soledad, el silencio, la incomparable castidad del azul, la pequeña vela que se estremece en el horizonte, y que por su pequeñez y su aislamiento imita mi irremediable existencia, la melodía monótona del oleaje; todas esas cosas piensan por mí, o yo pienso por ellas (¡pues en la grandeza de la meditación, el yo se pierde rápido!); esas cosas piensan, digo, pero musical y pintorescamente, sin argucias, sin silogismos, sin deducciones.

    No obstante, esas ideas, ya salgan de mí o broten de las cosas, se toman bien pronto demasiado intensas. La energía dentro dé la voluptuosidad crea un malestar y un sufrimiento positivos. Mis nervios demasiado tensos sólo producen ya vibraciones dolorosas y chillonas.

    Y ahora, la profundidad del cielo me consterna; me exaspera su limpidez. Me sublevan la insensibilidad del mar, la inmutabilidad del espectáculo ...

    ¿Habrá que sufrir eternamente, o eternamente huir de lo bello? ¡Déjame, Naturaleza, hechicera sin piedad; rival siempre victoriosa! ¡Cesa de tentarme, en mis deseos y en mi orgullo! El estudio de la belleza es un duelo en el que el artista grita de espanto antes de ser vencido.



CHARLES BAUDELAIRE
Traducción de Nydia Lamarque

jueves, noviembre 03, 2016

El perro y el frasco - Charles Baudelaire




El perro y el frasco

-Perrito mono, perrito bueno, perrito mio, ven aquí y aspira este excelente perfume que he comprado en la mejor perfumería de la ciudad.

Y el perro, meneando el rabo, lo que según tengo entendido, en esos pobres seres equivale a la risa y a la sonrisa, se acerca y pone, curioso, su humedo hocico en el frasco destapado; luego retrocediendo de pronto asustado, me ladra, empieza a ladrarme a modo de reproche.

-¡Ah miserable perro! Si te hubiera ofrecido un paquete de excrementos los habrías olfateado con deleite, y quizas devorado. En eso, indigno compañero de mi triste vida, te pareces al público a quien nunca se ha de ofrecer perfumes delicados que le exasperen, sino basuras cuidadosamente escogidas.


Charles Baudelaire

miércoles, agosto 24, 2016

La Habitación Desdoblada - Charles Baudelaire




LA HABITACIÓN DESDOBLADA


     Una habitación que parece un ensueño, una habitación realmente espiritual, en la que la atmósfera estancada está ligeramente teñida de rosa y de azul.  
    Allí, el alma toma un baño de pereza, aromatizado por el arrepentimiento y el deseo. Es algo crepuscular, azulado y rosáceo; un sueño de voluptuosidad durante un eclipse.  
    Los muebles tienen formas alargadas, postradas, lánguidas. Los muebles parecen estar soñando; se los diría dotados de una vida sonambulesca, como lo vegetal y lo mineral. Las telas hablan un idioma mudo, como las flores, como los cielos, como los atardeceres.
    En las paredes ninguna aberración artística. En comparación con el sueño puro, con la impresión sin analizar, el arte definido, el arte positivo es una blasfemia. Aquí, todo tiene la suficiente claridad y la deliciosa oscuridad de la armonía. 
    Un aroma infinitesimal exquisitamente elegido, al que se mezcla una levísima humedad, nada en esta atmósfera, en la que al espíritu adormecido lo mecen sensaciones de invernadero cálido. 
   La muselina llueve abundantemente delante de las ventanas y delante del lecho; se esparce en cascadas nevosas. En este lecho está acostada la Idola, la soberana de los sueños. ¿Pero cómo llegó aquí? ¿Quién la trajo? ¿Qué poder mágico la instaló en este trono de ensueño y de voluptuosidad? ¿Qué importa? ¡Está acá! La reconozco. 
    He aquí sus ojos cuya llama atraviesa el crepúsculo; esos sutiles y terribles luceros, que reconozco por su ¡aterradora malicia! Ellos atraen, ellos subyugan, ellos devoran la mirada del imprudente que los contempla. A menudo los estudié, estrellas negras que imponen la curiosidad y la admiración. 
    ¿A qué demonio condescendiente le debo por estar así rodeado de misterio, de silencio, de paz y de perfumes? ¡Oh beatitud! ¡Lo que solemos llamar vida, incluso en su más dichosa expansión, nada tiene de común con esta vida suprema que ahora conozco y que saboreo minuto a minuto, segundo a segundo!
    ¡No! ¡Ya no hay minutos, ya no hay segundos! El tiempo desapareció; ¡la Eternidad es quién reina, una eternidad de delicias! 
   Pero un golpe terrible, pesado, resonó en la puerta, y, como en los sueños infernales, tuve la sensación de que me golpeaban con un pico en el estómago. 
   Y luego entró un Espectro. Es un ujier que viene a torturarme en nombre de la ley; una infame concubina que viene a dar gritos de miseria y a agregarle las trivialidades de su vida a los dolores de la mía; o el mensajero del director de un diario que reclama la continuación del manuscrito. 
    La habitación paradisíaca, la Idola, la soberana de los sueños, la Sílfide, como decía el gran René (1), toda aquella magia desapareció tras el golpe brutal del Espectro. 
    ¡Qué horror! ¡Me acuerdo! ¡Me acuerdo! ¡Sí! Ese tugurio, esa morada del eterno tedio es claramente mi lugar. En él, los muebles necios, polvorientos, deteriorados: la hoguera sin llamas y sin brazas, mancillada por escupitajos; las tristes ventanas donde la lluvia trazó surcos en el polvo; los manuscritos tachados o incompletos; el calendario en el que el lápiz inscribió ¡las fechas siniestras!
    Y a aquel perfume de otro mundo, en el que me embriagaba con una sensibilidad perfeccionada, ¡ay! lo remplaza un fétido olor a tabaco mezclado con una especie de moho nauseabundo. Aquí ahora se respira lo rancio de la desolación. 
    En este mundo estrecho, pero tan repleto de hastío, solo un objeto conocido me sonríe: el frasco de láudano (2), viejo y terrible amigo; como todos los amigos, ¡ay! fecundo en caricias y alevosías. 
    ¡Oh! ¡Sí! El Tiempo reapareció, el Tiempo reina en soberano ahora, y junto al viejo repugnante, todo su demoníaco cortejo de Recuerdos, Arrepentimientos, Espasmos, Miedos, Angustias, Pesadillas, Enojos y Neurosis. 
   Les puedo asegurar que ahora los segundos están intensamente y solemnemente acentuados, y cada uno, al brotar del péndulo, dice: “¡Soy la Vida, la insoportable, la implacable Vida!”
   No hay más que un Segundo en la vida humana que tenga por misión anunciar una buena noticia, la buena noticia que causa en todos un miedo inexplicable. 
   ¡Sí! El Tiempo reina; ha retomado su dictadura brutal. Y me empuja, como si fuera un buey, con su doble aguijón. “Y ¡Arre borrico! ¡Suda pues, esclavo! ¡Vive pues, condenado!”.


(1) Se refierne a Rene de Chateubriand, que dio el nombre de Silfide a una mujer ideal forjada para su imaginación en alguna de sus obras

(2) Preparación compuesta de vino blanco, opio, azafran y otras sustancias, o simplemente extracto de opio, usado como medicina o simplemente como estupefaciente.




Charles Baudelaire

miércoles, agosto 03, 2016

Correspondencias - Charles Baudelaire



CORRESPONDENCIAS

La natura es un templo donde vivos pilares
dejan salir a veces sus confusas palabras;
por allí pasa el hombre entre bosques de símbolos
que lo observan atentos con familiar mirada.

Como muy largos ecos de lejos confundidos
en una tenebrosa y profunda unidad,
vasta como la noche, como la claridad,
perfumes y colores y sones se responden.

Hay perfumes tan frescos como carnes de niños,
dulces como el oboe, verdes como praderas,
y hay otros corrompidos, ricos y triunfantes,

que la expansión poseen de cosas infinitas,
como el almizcle, el ámbar, el benjuí y el incienso,
que cantan los transportes del alma y los sentidos.


       Charles Baudelaire

miércoles, abril 06, 2016

El Albatros - Charles Baudelaire




El Albatros


Por distraerse, a veces, suelen los marineros

Dar caza a los albatros, grandes aves del mar,
Que siguen, indolentes compañeros de viaje,
Al navío surcando los amargos abismos.

Apenas los arrojan sobre las tablas húmedas,
Estos reyes celestes, torpes y avergonzados,
Dejan penosamente arrastrando las alas,
Sus grandes alas blancas semejantes a remos.

Este alado viajero, ¡qué inútil y qué débil!
Él, otrora tan bello, ¡qué feo y qué grotesco!
¡Éste quema su pico, sádico, con la pipa,
Aquél, mima cojeando al planeador inválido!

El Poeta es igual a este señor del nublo,
Que habita la tormenta y ríe del ballestero.
Exiliado en la tierra, sufriendo el griterío,
Sus alas de gigante le impiden caminar.




Charles Baudelaire

miércoles, enero 13, 2016

Jabberwocky - Lewis Carroll




Jabberwocky



Era cenora y los flexosos tovos
en los relonces giroscopiaban, perfibraban.
Mísvolos vagaban los vorogovos
y los verdiranos extrarrantes bruchisflaban.

Ocúltate, hijo mío, de Jabberwock brutal,
de sus dientes de presa y de su zarpa altiva;
huye al ave Jubjub y por último esquiva
a Bandersnatch feroz, humérico animal.

El muchacho empuñó la espada vorpalina,
buscó con mucho ahínco al monstruo manxiqués;
llegado a un árbol Tántum, se apoya y se reclina,
pensativo, un buen rato, sin moverse, a sus pies.

Y en tanto cavilaba el joven foscolérico,
se acercó Jabberwock con mirada de roca:
resoplaba en su avance por el bosque quimérico,
de tanta rabia espuma arrojaba su boca.

¡Uno y dos! ¡Uno y dos! Y de uno a otro lado
la vorpalina espada corta y taja, tris-tras:
lo atravesó de muerte. Trofeo cercenado,
su cabeza exhibía galofante, al compás.

¿Lograste -dijo el padre- matar a Jabberwock?
¡Déjame que te abrace, solfulgente hijo mío!
¡Oh día frabuloso! Clamó: ¡Calú…! ¡Caloc!
Y el viejo runquirriaba con placentero brío.

Era cenora y los flexosos tovos
en los relonces giroscopiahan, perfibraban.
Mísvolos vagaban los borogovos
y los verdirranos extrarrantes gruchisflaban.



(Traducción de Luis Maristany)




2

Brillaba, brumeando negro, el sol;
agiliscosos giroscaban los limazones
banerrando por las váparas lejanas;
mimosos se fruncían los borogobios
mientras el momio rantas murgiflaba.

¡Cuídate del Galimatazo, hijo mío!
¡Guárdate de los dientes que trituran
y de las zarpas que desgarran!
¡Cuídate del pájaro Jubo-Jubo y
que no te agarre el frumioso Zamarrajo!

Valiente empuñó el gladio vorpal;
a la hueste mansona acometió sin descanso;
luego, reposóse bajo el árbol del Tántamo
y quedóse sesudo contemplando…

Y así, mientras cavilaba firsuto.
¡¡Héte al Galimatazo, fuego en los ojos,
que surge hedoroso del bosque turgal
y se acerca raudo y borguejeando!!

¡Zis, zas y zas! Una y otra vez
zarandeó tijereteando el gladio vorpal.
Bien muerto dejó al monstruo, y con su testa
¡volvióse triunfante galompando!

¡¿Y haslo muerto?! ¡¿Al Galimatazo?!
¡Ven a mis brazos, mancebo sonrisor!
¡Qué fragarante día! ¡Jujurujuú! ¡Jay, jay!
Carcajeó, anegado de alegría.

Pero brumeaba ya negro el sol;
agiliscosos giroscaban los limazones
banerrando por las váparas lejanas;
mimosos se fruncían los borogobios
mientras el momio rantas necrofaba…



(Traducción de Jaime de Ojeda)





3

‘Twas brillig, and the slithy toves
Did gyre and gimble in the wabe;
All mimsy were the borogoves,
And the mome raths outgrabe.

“Beware the Jabberwock, my son!
The jaws that bite, the claws that catch!
Beware the Jubjub bird, and shun
The frumious Bandersnatch!”

He took his vorpal sword in hand:
Long time the manxome foe he sought-
So rested he by the Tumtum tree,
And stood awhile in thought.

And as in uffish thought he stood,
The Jabberwock, with eyes of flame,
Came whiffling through the tulgey wood,
And burbled as it came!

One, two! One, two! and through and through
The vorpal blade went snicker-snack!
He left it dead, and with its head
He went galumphing back.

“And hast thou slain the Jabberwock?
Come to my arms, my beamish boy!
O frabjous day! Callooh! Callay!”
He chortled in his joy.

‘Twas brillig, and the slithy toves
Did gyre and gimble in the wabe;
All mimsy were the borogoves,
And the mome raths outgrabe.



(Original de Lewis Carroll en Through the Looking Glass)