Montaña y Arbol

Poesía, Cuentos, Arte y Literatura

miércoles, agosto 24, 2016

La Habitación Desdoblada - Charles Baudelaire




LA HABITACIÓN DESDOBLADA


     Una habitación que parece un ensueño, una habitación realmente espiritual, en la que la atmósfera estancada está ligeramente teñida de rosa y de azul.  
    Allí, el alma toma un baño de pereza, aromatizado por el arrepentimiento y el deseo. Es algo crepuscular, azulado y rosáceo; un sueño de voluptuosidad durante un eclipse.  
    Los muebles tienen formas alargadas, postradas, lánguidas. Los muebles parecen estar soñando; se los diría dotados de una vida sonambulesca, como lo vegetal y lo mineral. Las telas hablan un idioma mudo, como las flores, como los cielos, como los atardeceres.
    En las paredes ninguna aberración artística. En comparación con el sueño puro, con la impresión sin analizar, el arte definido, el arte positivo es una blasfemia. Aquí, todo tiene la suficiente claridad y la deliciosa oscuridad de la armonía. 
    Un aroma infinitesimal exquisitamente elegido, al que se mezcla una levísima humedad, nada en esta atmósfera, en la que al espíritu adormecido lo mecen sensaciones de invernadero cálido. 
   La muselina llueve abundantemente delante de las ventanas y delante del lecho; se esparce en cascadas nevosas. En este lecho está acostada la Idola, la soberana de los sueños. ¿Pero cómo llegó aquí? ¿Quién la trajo? ¿Qué poder mágico la instaló en este trono de ensueño y de voluptuosidad? ¿Qué importa? ¡Está acá! La reconozco. 
    He aquí sus ojos cuya llama atraviesa el crepúsculo; esos sutiles y terribles luceros, que reconozco por su ¡aterradora malicia! Ellos atraen, ellos subyugan, ellos devoran la mirada del imprudente que los contempla. A menudo los estudié, estrellas negras que imponen la curiosidad y la admiración. 
    ¿A qué demonio condescendiente le debo por estar así rodeado de misterio, de silencio, de paz y de perfumes? ¡Oh beatitud! ¡Lo que solemos llamar vida, incluso en su más dichosa expansión, nada tiene de común con esta vida suprema que ahora conozco y que saboreo minuto a minuto, segundo a segundo!
    ¡No! ¡Ya no hay minutos, ya no hay segundos! El tiempo desapareció; ¡la Eternidad es quién reina, una eternidad de delicias! 
   Pero un golpe terrible, pesado, resonó en la puerta, y, como en los sueños infernales, tuve la sensación de que me golpeaban con un pico en el estómago. 
   Y luego entró un Espectro. Es un ujier que viene a torturarme en nombre de la ley; una infame concubina que viene a dar gritos de miseria y a agregarle las trivialidades de su vida a los dolores de la mía; o el mensajero del director de un diario que reclama la continuación del manuscrito. 
    La habitación paradisíaca, la Idola, la soberana de los sueños, la Sílfide, como decía el gran René (1), toda aquella magia desapareció tras el golpe brutal del Espectro. 
    ¡Qué horror! ¡Me acuerdo! ¡Me acuerdo! ¡Sí! Ese tugurio, esa morada del eterno tedio es claramente mi lugar. En él, los muebles necios, polvorientos, deteriorados: la hoguera sin llamas y sin brazas, mancillada por escupitajos; las tristes ventanas donde la lluvia trazó surcos en el polvo; los manuscritos tachados o incompletos; el calendario en el que el lápiz inscribió ¡las fechas siniestras!
    Y a aquel perfume de otro mundo, en el que me embriagaba con una sensibilidad perfeccionada, ¡ay! lo remplaza un fétido olor a tabaco mezclado con una especie de moho nauseabundo. Aquí ahora se respira lo rancio de la desolación. 
    En este mundo estrecho, pero tan repleto de hastío, solo un objeto conocido me sonríe: el frasco de láudano (2), viejo y terrible amigo; como todos los amigos, ¡ay! fecundo en caricias y alevosías. 
    ¡Oh! ¡Sí! El Tiempo reapareció, el Tiempo reina en soberano ahora, y junto al viejo repugnante, todo su demoníaco cortejo de Recuerdos, Arrepentimientos, Espasmos, Miedos, Angustias, Pesadillas, Enojos y Neurosis. 
   Les puedo asegurar que ahora los segundos están intensamente y solemnemente acentuados, y cada uno, al brotar del péndulo, dice: “¡Soy la Vida, la insoportable, la implacable Vida!”
   No hay más que un Segundo en la vida humana que tenga por misión anunciar una buena noticia, la buena noticia que causa en todos un miedo inexplicable. 
   ¡Sí! El Tiempo reina; ha retomado su dictadura brutal. Y me empuja, como si fuera un buey, con su doble aguijón. “Y ¡Arre borrico! ¡Suda pues, esclavo! ¡Vive pues, condenado!”.


(1) Se refierne a Rene de Chateubriand, que dio el nombre de Silfide a una mujer ideal forjada para su imaginación en alguna de sus obras

(2) Preparación compuesta de vino blanco, opio, azafran y otras sustancias, o simplemente extracto de opio, usado como medicina o simplemente como estupefaciente.




Charles Baudelaire

miércoles, agosto 03, 2016

Correspondencias - Charles Baudelaire



CORRESPONDENCIAS

La natura es un templo donde vivos pilares
dejan salir a veces sus confusas palabras;
por allí pasa el hombre entre bosques de símbolos
que lo observan atentos con familiar mirada.

Como muy largos ecos de lejos confundidos
en una tenebrosa y profunda unidad,
vasta como la noche, como la claridad,
perfumes y colores y sones se responden.

Hay perfumes tan frescos como carnes de niños,
dulces como el oboe, verdes como praderas,
y hay otros corrompidos, ricos y triunfantes,

que la expansión poseen de cosas infinitas,
como el almizcle, el ámbar, el benjuí y el incienso,
que cantan los transportes del alma y los sentidos.


       Charles Baudelaire