Los Doce Trabajos de Hércules
El Jabalí de Erimanto
Por una cuarta ocasión Hércules se
presentó ante Euristeo, para que este como su señor le encomendara una cuarta
tarea. El cuarto trabajo fue capturar al jabalí de Erimanto.
El jabalí de Erimanto era un jabalí
salvaje, un gran cerdo bestial de
gran fuerza y enormes colmillos capaz de arrancar árboles con ellos.
Unos colmillos
afilados y unos ojos rojos ensangrentados que hacía que se desprendiera de su
rostro la mayor maldad conocida. Una criatura fiera que
sembraba el terror en la zona del monte Erimanto al norte de Arcadia cada vez
que salía de su guarida. Se trataba de un animal que estaba diezmando la
población, el ganado y campos de cultivo de la zona. Se decía que
con su fuerza era capaz de producir terremotos.
En el camino hacia la captura del
jabalí de Erimanto, visito a su amigo el centauro Folo,
este lo recibió con alegría y le invitó a comer de la comida y el vino de los
centauros. Estos al ver que Hércules degustaba su comida y
bebía vino de la jarra que el dios Baco les había regalado no
estuvieron de acuerdo e increparon a Hércules que no tuvo
más remedio que defenderse.
Y ante la actitud agresiva y peligrosa de los
centauros no le quedó más remedio que matar a
algunos con sus flechas envenenadas por la sangre de la
Hidra.
El centauro Quirón, el
centauro inmortal y más sabio, quedo sorprendido de que algo
tan pequeño pudiera matar a ser tan magnifico como un centauro. Al observar
la flecha, la dejo caer clavándosela en el pie, lo cual no la
mato por ser inmortal, pero estuvo varios días muy enfermo. Lo cual hizo que
Hércules pasará unos días muy triste mientras el centauro se recuperaba.
Finalmente, Hércules llego a las tierras devastadas
por el jabalí de Erimanto, rápidamente fue a su
guarida y empezó a gritar para que saliera. El jabalí salió
raudo y comenzó la lucha, la cual era bastante pareja y duros varios días.
Entonces el jabalí
cansado comenzó a huir para buscar alimento y descanso, y
Hércules siguiendo la misma estrategia que con la cierva de Cerinea, lo persiguió
por valles y montañas. Este animal no era tan rápido así que
Hércules pudo seguirlo continuamente, en su camino el jabalí se
introdujo en un desfiladero que llevaba hacia una montaña nevada en
la cual el jabalí no podía moverse con facilidad y necesitaba mucho esfuerzo,
así que finalmente sucumbió al cansancio y se acostó sobre
la nieve a reposar. Este momento fue aprovechado
por Hércules para subirse al lomo y atar sus patas con
fuertes cadenas para llevarlo ante el rey Euristeo.
Euristeo sorprendido y
aterrado que Hércules hubiera podido traer y capturar al jabalí de Erimanto, salto de su trono dentro de
una vasija de bronce que había hecho colocar en la
sala y le grito que se llevara el cerdo salvaje y que
volviera al día siguiente, que le indicaría cual sería el quinto trabajo de Hércules.
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