Los Doce Trabajos de Hércules
Los Caballos
de Diomedes
Como
octavo trabajo Hércules, el rey Euristeo
encomendó a Hércules que trajera a Micenas las yeguas del Diomedes.
Estas,
comían carne humana, lo cual provocaba
que fueran muy salvajes y las
dejaba sin comer durante días para provocar tal instinto. Su dueño el rey
Diomedes las tenía que mantener atadas con cadenas para que no causasen daños a
sus súbditos y las alimentaba con la carne de sus inocentes huéspedes o los
soldados cautivos en las batallas.
Para
tal trabajo Hércules se había hecho acompañar por una serie
de amigos, pues conocía que las yeguas estaban bien
custodiadas por el ejército del rey Diomedes, que este las
tenía en gran aprecio.
Una
noche Hércules y los acompañantes consiguieron entrar en las caballerizas del rey
Diomedes y tras vencer a los mozos de cuadras, robar las
yeguas devora hombres para llevarlas cerca del mar donde
les esperaba un barco.
Pero
para ese momento la guardia había avisado de lo sucedido y
el rey Diomedes llego con su ejército cuando iban a embarcar.
Ante la presencia del ejército y sus intenciones de atacar, Hércules
dejo a su amigo Abdero las cadenas de las yeguas y se fue
a combatir al rey Diomedes.
Los
caballos de Diomedes conocedoras que estaban siendo robadas quisieron
escapar y volver con su amo cuando lo vieron. Los salvajes
caballos salieron al galope tirando al pobre Abdero al
suelo que murió arrastrado pues estaba sujeto a las yeguas
con cadena sin posibilidad de soltarse.
En
la lucha el rey Diomedes cayó muerto y
Hércules enojado por la muerte de Abdero dio de comer a las yeguas con el
propio cuerpo del rey Diomedes. Los caballos salvajes y hambrientas no
desecharon tal alimento y devoraron a su dueño, los
soldados de Diomedes al ver la escena huyeron en pánico, pues sabían que
tampoco los respetarían a ellos.
Sin embargo, no hubieran corrido peligro, pues las
yeguas de Diomedes al comer a su dueño se habían vuelto mansas. Así que
Hércules aprovecho para atarlas a un carro y hacer el viaje de vuelta a Micenas
para mostrarla al rey Euristeo.
El
rey Euristeo no estuvo impresionado por las pacíficas yeguas y
las dejo sueltas por el campo donde se dice que fueron atacadas y comidas por
alimañas salvajes. Euristeo indicó a Hércules que volviera el día siguiente que
le informaría cual sería el noveno trabajo de Hércules.
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