Montaña y Arbol

Poesía, Cuentos, Arte y Literatura

martes, octubre 10, 2023

Los doce trabajos de Hércules

Los Caballos de Diomedes

 

Como octavo trabajo Hércules, el rey Euristeo encomendó a Hércules que trajera a Micenas las yeguas del Diomedes.

 

Estas, comían carne humana, lo cual provocaba que fueran muy salvajes y las dejaba sin comer durante días para provocar tal instinto. Su dueño el rey Diomedes las tenía que mantener atadas con cadenas para que no causasen daños a sus súbditos y las alimentaba con la carne de sus inocentes huéspedes o los soldados cautivos en las batallas.

 

Para tal trabajo Hércules se había hecho acompañar por una serie de amigos, pues conocía que las yeguas estaban bien custodiadas por el ejército del rey Diomedes, que este las tenía en gran aprecio.

 

Una noche Hércules y los acompañantes consiguieron entrar en las caballerizas del rey Diomedes y tras vencer a los mozos de cuadras, robar las yeguas devora hombres para llevarlas cerca del mar donde les esperaba un barco.

 

Pero para ese momento la guardia había avisado de lo sucedido y el rey Diomedes llego con su ejército cuando iban a embarcar.  Ante la presencia del ejército y sus intenciones de atacar, Hércules dejo a su amigo Abdero las cadenas de las yeguas y se fue a combatir al rey Diomedes.

 

Los caballos de Diomedes conocedoras que estaban siendo robadas quisieron escapar y volver con su amo cuando lo vieron. Los salvajes caballos salieron al galope tirando al pobre Abdero al suelo que murió arrastrado pues estaba sujeto a las yeguas con cadena sin posibilidad de soltarse.

 

En la lucha el rey Diomedes cayó muerto y Hércules enojado por la muerte de Abdero dio de comer a las yeguas con el propio cuerpo del rey Diomedes. Los caballos salvajes y hambrientas no desecharon tal alimento y devoraron a su dueño, los soldados de Diomedes al ver la escena huyeron en pánico, pues sabían que tampoco los respetarían a ellos.

 

Sin embargo, no hubieran corrido peligro, pues las yeguas de Diomedes al comer a su dueño se habían vuelto mansas. Así que Hércules aprovecho para atarlas a un carro y hacer el viaje de vuelta a Micenas para mostrarla al rey Euristeo.

El rey Euristeo no estuvo impresionado por las pacíficas yeguas y las dejo sueltas por el campo donde se dice que fueron atacadas y comidas por alimañas salvajes. Euristeo indicó a Hércules que volviera el día siguiente que le informaría cual sería el noveno trabajo de Hércules.





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