Montaña y Arbol

Poesía, Cuentos, Arte y Literatura

viernes, noviembre 17, 2023

El fin de la parte mortal de Hércules

Cubierto en llamas y purificado por el fuego, Hércules logró ascender al privilegiado Olimpo después de morir a manos de su amada esposa.

Por fin Hércules había conseguido expiar sus pecados al llevar a Cerbero al mundo de los vivos frente a Euristeo y terminar así su último trabajo. Ahora era libre de hacer lo que le apeteciera después de ganarse la admiración de su enemigo; el rey de Micenas e incluso la de los dioses.

Ansioso por disfrutar de una vida llena de paz el héroe se embarcó hacia Ecalia para visitar al rey Éurito; quien lo había enseñado a tirar con el arco. Ahí se enamoró perdidamente de Íole; la hija del rey, pero le fue impedido el casarse con ella, pues el temía el obscuro pasado del héroe.

Tras una serie de injurias, en su intento por casarse con Íole, Hércules volvió a cometer un asesinato, acto que lo llevó a cumplir una segunda penitencia.

Después de servir a la reina de Lidia; Ónfale durante dos años para expiar por segunda vez sus pecados se embarcó a Troya acompañado de otros héroes. Y al cabo de vivir una serie de aventuras en las que su experiencia y valor como héroe seguían aumentando, Hércules llegó a Calidón donde conoció y se enamoró de Deyanira, la hermana de Melegrao; el guerrero muerto al que Hércules conoció e hizo un poco de compañía en el infierno. El héroe había prometido al difunto Melegrao casarse y cuidar de Deyanira, sin embargo, el dios del río; Aqueloo se interponía en su camino.

Deyanira; la que vence a los héroes. Hija de Altea y el rey Eneo, había sido prometida en matrimonio al dios Aqueloo. Aunque no quería tener nada que ver con su pretendiente, pues era una princesa nada pasiva, amante del arte de la guerra y de conducir carros.

Cuando Deyanira vio a Hércules quedó profundamente enamorada de él, además de que lo admiraba por todas las hazañas de las que el héroe había sido protagonista.

Después de cortejar y mostrar su interés por la princesa, Hércules retó al dios Aqueloo en un duelo a muerte.

Aqueloo tenía la capacidad de cambiar su forma y aprovecho la ocasión para convertirse en una serpiente. Sin embargo, el experimentado héroe manejó la situación con facilidad, entonces el dios del río tomó la forma de un musculoso toro al que Hércules mató mostrando una gran habilidad para enfrentar bestias de ese calibre. Hércules había ganado el duelo y se casaría con Deyanira para formar una familia. Parecía que por fin disfrutaría de una vida próspera y llena de paz, aunque el destino le tendría una última sorpresa.

“Ningún hombre vivo podrá matar nunca a Heracles; un enemigo muerto será su ruina”. Profecía de Zeus.

Después de vivir un tiempo junto a su amada esposa en Calidón, Hércules tomó la decisión de cambiarse de residencia y emprender un viaje a otra ciudad.

En su largo viaje a lado de Deyanira, el héroe llegó a la ribera del río Eveno en época de crecida. Las aguas salían violentamente del cauce haciendo imposible el avance de la pareja. Entonces un centauro que se refrescaba con calma en las aguas del Eveno se ofreció a ayudarlos a cruzar a cambio de unas cuantas monedas. Hércules aceptó la oferta y fue a él a quien el centauro de nombre Neso cruzó primero.

Parecía que Neso era un centauro honorable, sin embargo, cuando ayudó a cruzar a Deyanira no la dejó bajar de su lomo pues había sido cautivado por la belleza de la joven. Entonces echó a correr para llevarla a otro lugar y propasarse con ella.

Ante los gritos de desesperación de su esposa, Hércules sacó su arco y pronto disparó una de sus flechas envenenadas que atravesó de forma certera el pecho de Neso.

Mientras Hércules corría hacia Deyanira y el agonizante centauro, éste le hizo un extraño ofrecimiento a la joven. Diciéndole entre murmullos:

“Recoge la sangre que brota de mi herida, tiene un extraño poder que te ayudará a conservar el amor de tu marido. Incluso si éste se enamora de otra volverá hacia ti y recuperarás su amor".

Cuando el centauro quedó sin vida a los pies de Deyanira, la joven princesa tomó un pequeño recipiente y lo colmó de la sangre que brotaba del ser mitológico. Después partió con su marido para seguir con su largo viaje.

Hércules y Deyanira llegaron y se asentaron en Traquis, ahí pasaron un largo tiempo en armonía hasta que Hércules se embarcó en otra aventura donde reunió un gran ejército junto a los arcadios, méllanos y locrios. Con un solo objetivo en mente; tomar Ecalia y vengarse del rey Éurito.

En su pasado Éurito se había negado a conceder la mano de su hija Íole a Hércules después de que este ganara de forma legítima una competición de tiro con arco impuesta por el rey.

Cuando Éurito faltó a su palabra, Hércules decidió retirarse del reino de alguien sin honor, pero tras una serie de confusiones terminó asesinando Ífito; hijo de Éurito, acto que lo llevó a cumplir una segunda penitencia de tres años como esclavo de la reina Ónfale de Lidia.

Ahora se le presentaba una grandiosa oportunidad para tomar Ecalia junto a sus aliados y de paso vengarse de Éurito.

Hércules y sus hombres tomaron Ecalia con facilidad y después de acribillar a Éurito con sus flechas, el vengativo héroe tomó a Íole para enviarla con su esposa Deyanira a Traquis, mientras él se quedaba a preparar un sacrificio de acción de gracias por la toma de Ecalia.

Deyanira se encontraba cómodamente instalada en Traquis, sin embargo, varios rumores sobre las acciones de su esposo la empezaron a inquietar. Y es que se decía que Hércules había tomado Ecalia con la intención de secuestrar a la princesa Íole; mujer de la que había estado profundamente enamorado antes de conocer a Deyanira.

Las sospechas de Deyanira se confirmaron cuando Íole llegó escoltada a Traquis, entonces sintió compasión por la joven, pues el sentimiento de venganza de Hércules había causado la ruina de Ecalia y la muerte de Éurito. Pero también en ella se acuñó un profundo resquemor ya que consideraba intolerable la idea de que Hércules quisiera que ella y Íole vivieran bajo el mismo techo.

Después de ver a Íole, la fiel esposa de Hércules recordó las palabras del centauro Neso y fue en busca del elixir amoroso que le permitiría conservar el afecto y cariño de su esposo. Tejió una túnica nueva para Hércules y la cubrió minuciosamente con la sangre que el centauro le había proporcionado en su lecho de muerte.

Cuando la túnica de Hércules quedó lista, Deyanira se la hizo llegar a Hércules por medio del mensajero Licas, entonces el héroe gustoso del regalo de su esposa se puso la prenda sin sospechar en lo más mínimo. En ese momento una rara y profunda sensación se apoderó de él. Era como si la prenda desprendiera un calor que abrazaba todo su cuerpo, un dolor que era insoportable se apoderó de él, la piel le quemaba y la sangre le hervía. Entonces el héroe se arrojó de cabeza a la corriente más próxima que encontró para aliviar su dolor, pero la sangre de Neso le quemaba todavía más, tanto que hizo hervir las aguas en las que se arrojó, ahora conocidas como las Termópilas.

El ejército de Hércules y la demás gente miraban impotentes y llenos de angustia como un hombre que había logrado tantas hazañas ahora era incapaz de librarse del tormento de Neso.

Parecía mentira que después de las plagas, los tormentos y las innumerables bestias que venció, Hércules era derrotado por el amor de una mujer y la venganza de un ser que ya había muerto. Entonces el héroe comprendió que su fin había llegado, un “no vivo" le quitaba la vida. Con un profundo dolor físico y de espíritu, acomodó unas ramas secas que fue encontrando para formar una pira funeraria, así en lomas alto del monte Eta pidió a Iolao y sus compañeros que se retiraran a una breve distancia no sin antes encender la pira. Pero nadie se atrevía a obedecerle, hasta que un pastor eolio llamado Peante que pasaba por allí ordenó a Filoctetes, su hijo, que hiciera lo que pedía Hércules. En agradecimiento, Hércules legó a Filoctetes su arco y flechas que lo acompañaron en tantas aventuras.

Cuando las llamas comenzaron a morder la pira con bravura, el moribundo héroe extendió su majestuosa piel de león en la plataforma formada en la cima y se acostó sobre ella para esperar pacientemente su muerte. Del cielo cayeron rayos violenta e inmediatamente redujeron la pira junto con el cuerpo de Hércules a cenizas.

En medio de truenos y asombro había desaparecido Hércules, su cuerpo mortal había sido consumido por el fuego y los rayos que envió Zeus. Ahora había abandonado el mundo de los hombres para reunirse con los dioses quienes, por el valor, la fuerza, la generosidad, la inteligencia, la bondad demostrada durante tantos años le concedieron la inmortalidad.

“¿Qué hubiera sido de Hércules sin el león, la hidra, el jabalí y el resto de los peligros? ¿Qué hubiera hecho en ausencia de esos desafíos? Simplemente se hubiera dado la vuelta en la cama para seguir durmiendo. Y al pasar la vida entre el lujo y la comodidad nunca se habría convertido en el poderoso Hércules”.

Epicteto.





jueves, noviembre 16, 2023

Ocaso de Hércules

Hércules murió en una pira incendiaria que él mismo solicitó que hicieran, debido a que la túnica que encargó para vestir el día que tenía que hacer un sacrificio a Zeus la impregnaran de un veneno que al calor se adhería a la piel. Al no poder desprenderse de ella y debido al profundo dolor producido por las quemaduras y alentado por el efecto del veneno, se hizo prender para acabar con su vida.

Tras su muerte, Zeus recogería su alma y la llevaba al Olimpo convirtiéndolo en Dios.

El culto a Hércules está presente en todas las zonas que presumiblemente recorrió en sus numerosas hazañas. El héroe sigue presente en el ideario de ciudades y tradiciones del Mediterráneo aún hoy en día, especialmente Grecia, Italia o España, donde muchas poblaciones disponen de un mito fundacional relacionado con él o sus trabajos, es el caso del Faro de Brigantium denominado Torre de Hércules o el Estrecho de Gibraltar "Columnas de Hércules".

Los Templos dedicados a su mito se ubican en decenas de yacimientos como Agrigento, Cori, Amman o Cádiz.

Las doce labores de Heracles o de Hércules son una serie de episodios que tratan la penitencia llevada por Heracles, el mayor de los héroes griegos, cuyo nombre fue luego romanizado como Hércules. Fueron cumplidos en 12 años de servicio al rey Euristeo. Los episodios fueron posteriormente conectados por una narración continua. El establecimiento de un ciclo fijo de doce labores fue atribuido por los griegos al poema épico, ahora perdido, escrito por Pisandro, datado sobre el 600 a.C. Después de que Hércules matara a su esposa e hijos, fue al oráculo de Delfos. Rezó al dios Apolo para que lo orientara. Se le dijo que sirviera al rey de Micenas, Euristeo, durante 12 años. Durante estos 12 años, Hércules es enviado a realizar doce difíciles hazañas, llamadas labores.

La locura de Hera y los doce trabajos

En este punto de la historia, Hércules era un héroe joven y exitoso, casado y, con el tiempo, con tres hijos fuertes. Hera no pudo tolerar la situación y le imprimió una locura en la que mató a sus hijos (y, en algunas versiones, también a Mégara). Siguió en su furia hasta que Atenea lo noqueó con una piedra y, cuando volvió en sí, estaba abrumado por el dolor de lo que había hecho. Hubiera querido suicidarse, pero su primo Teseo lo convenció de que eso sería una cobardía y de que debía encontrar una forma de expiar sus pecados. Hércules consultó al Oráculo de Delfos, que le dijo que debía unirse a su primo Euristeo, rey de Tirinto y Micenas, que idearía trabajos para expiar sus pecados. Al principio, estos trabajos eran solo diez, pero luego llegaron a ser doce. Después de Delfos dejó de ser conocido como Alceo y tomó el nombre de Heracles.

Hércules es el nombre romano del héroe griego Heracles, la figura más popular de la antigua mitología griega. Hércules era hijo de Zeus, rey de los dioses, y de la mujer mortal Alcmena. Zeus, que siempre perseguía a alguna mujer, adoptó la forma del marido de Alcmena, Anfitrión, y visitó a Alcmena una noche, de donde nació Hércules, un semidiós con una fuerza y una resistencia increíbles. Realizó hazañas increíbles, como luchar contra la muerte y viajar dos veces al inframundo, y sus historias se contaron en toda Grecia y más tarde en Roma, aunque su vida no fue nada fácil desde el momento de su nacimiento, y sus relaciones con los demás fueron a menudo caóticas. Esto se debió a que Hera, la esposa de Zeus sabía que Hércules era hijo ilegítimo de su marido y trató de destruirlo. De hecho, nació con el nombre de Alceo y más tarde tomó el nombre de Heracles, que significa "Gloria de Hera", lo que significa que se haría famoso por sus dificultades con la diosa.

El semidiós, que sufría como los mortales y que podía causar desorden con la misma facilidad que cualquier hombre o mujer, pero realizar hazañas que ningún mortal podría hacer, tenía un gran atractivo para los pueblos de Grecia y Roma. Hércules era una especie de superpoderoso que sufría decepciones, tenía días malos —incluso años malos— y terminaba muriendo por culpa de las artimañas de otro. Estas historias, además de ser simplemente entretenidas, habrían servido al público antiguo para saber que, si a un héroe como Hércules le podían pasar cosas malas, no tenían nada de qué quejarse respecto a las decepciones y tragedias de sus propias vidas. Hércules servía como símbolo de la condición humana en la que, para usar la frase de Hemingway, "un hombre puede ser destruido, pero no derrotado". Un aspecto interesante del carácter de Hércules es que, debido a su fuerza y habilidades divinas, no tuvo que someterse voluntariamente a ninguno de los trabajos o castigos que se le impusieron. Eligió sufrir indignidades como sus famosos Doce Trabajos o su servidumbre a la reina Onfalia y lo hizo de buena gana. Su fuerza interior y su capacidad para soportar las dificultades lo convirtieron en una figura inspiradora para el pueblo y en un símbolo de estabilidad en medio del caos, aunque fuera un caos que él mismo hubiera provocado.

Juventud

Aunque se lo consideraba el campeón de los débiles y un gran protector, los problemas personales de Hércules comenzaron literalmente al nacer. Hera envió a dos brujas para impedir el nacimiento, pero fueron engañadas por uno de los sirvientes de Alcmena y enviadas a otra habitación. Hera envió serpientes para matarlo en su cuna, pero Hércules las estranguló a ambas. En una versión del mito, Alcmena abandonó a su bebé en el bosque para protegerlo de la ira de Hera, pero lo encontró la diosa Atenea, que lo llevó a Hera, alegando que era un niño huérfano abandonado en el bosque que necesitaba alimento. Hera amamantó a Hércules ella misma hasta que el niño le mordió el pezón, momento en el que lo alejó, derramando su leche por el cielo nocturno y formando la Vía Láctea. Entonces devolvió el niño a Atenea y le dijo que cuidara del bebé ella misma. Al alimentar al niño con su propio pecho, la diosa, sin quererlo, le imprimió más fuerza y poder.

Fue criado en la corte de su supuesto padre Anfitrión, donde tuvo los mejores tutores del país que le enseñaron lucha, equitación, esgrima, tiro con arco, a conducir un carro, a tocar la lira y a cantar. Sin embargo, Hércules no conocía su propia fuerza y mató a su profesor de música, Lino, golpeándolo con una lira un día durante una discusión. Entonces, lo enviaron a cuidar los rebaños para que no se metiera en problemas. Sin embargo, esto parece haber sido un imposible para Hércules, ya que se enteró de que el ejército tebano había sido derrotado por una banda de minios y al sentir que esto era injusto, dirigió una banda de guerreros tebanos para derrotar a los minios y restaurar el orden en Tebas. El rey Creonte de Tebas dio a Hércules su hija, Megara, en matrimonio como muestra de su gratitud.

Mas Aventuras y esclavitud

Hércules ahora era libre de hacer lo que quisiera con su vida y, después de todo lo que había logrado, podría pensarse que ahora podría disfrutar de sus días en paz; esto no sería así. Ya sea por las artimañas de Hera o por su propio temperamento y falta de control, Hércules sufriría más problemas. Golpeado de nuevo por Hera con la locura, Hércules mató al príncipe Ifito de Oechalia y el oráculo le dijo que debía venderse como esclavo para expiar su pecado. Pasó a ser propiedad de la reina Onfalia de

lidia, que hizo que el héroe se vistiera con ropa de mujer y realizara labores de aguja con las demás damas de la corte. Finalmente, Onfalia lo tomó como amante y lo liberó.

A continuación, emprendió una expedición a Troya que, con la ayuda de otros héroes, conquistó (mucho antes de la Guerra de Troya) y luego se vio envuelto en una guerra con los Titanes de Sicilia. Los Titanes habían sido derrotados siglos antes por Zeus, pero se habían levantado de nuevo y, según la profecía, los dioses solo podrían ganar esta vez con la ayuda de un héroe mortal. Hércules ayudó a derrotar a los Titanes y rescató al mundo del caos y a los dioses de su encierro. A continuación, navegó de vuelta a Grecia para vengarse de Augías por negarse a cumplir su acuerdo cuando limpió los establos. Hércules fue derrotado en esta batalla porque todavía estaba debilitado por la guerra con los Titanes. Abandonó la tierra de Augías y, tras otras aventuras, desembarcó en Calidón, donde conoció y se enamoró de la princesa Deyanira, hermana de Meleagro. Tuvo que luchar con el dios del río, Aqueloo, por su mano y ganó, por lo que se casó.

Deyanira y el Matrimonio

Deyanira y Hércules vivieron felices durante un tiempo en Calidón hasta que él mató accidentalmente al copero de su suegro. Aunque fue un accidente y fue perdonado por el rey, Hércules no pudo perdonarse a sí mismo y decidió abandonar la ciudad con Deyanira. Llegaron al río Evenus y allí se encontraron con el centauro Neso, que se ofreció a llevar a Deyanira a su espalda. Sin embargo, al llegar al otro lado, intentó violarla y Hércules le disparó con una de sus flechas. Eran las mismas flechas que Hércules había mojado en la sangre de la Hidra, y el centauro estaba muriendo rápidamente cuando le dijo a Deyanira que su sangre poseía una cualidad especial como poción de amor y que ella debía tomar un poco en un frasco. Si alguna vez sentía que Hércules perdía el interés por ella, dijo, debía rociar la sangre en su camisa y él estaría enamorado de ella para siempre. Neso comprendió, por supuesto, que la sangre sería fatal para cualquier mortal y esta fue su venganza por la flecha de Hércules.

Hércules y Deyanira se establecieron en la ciudad de Traquis, formaron una familia y, de nuevo, fueron felices durante un tiempo hasta que Hércules fue a la guerra contra Éurito, quien, al igual que Augías, lo había insultado antes. Mató a Éurito y tomó a su hija Íole (a la que había ganado antes en un concurso de tiro con arco, pero que había sido rechazada) como concubina. Otra versión del mito cuenta que ayudó a Artemisa a matar un jabalí que asolaba el reino y que le regaló a Íole. Hércules preparó entonces una fiesta de la victoria y mandó decir a Deyanira que le enviara su mejor camisa para que la luciera en la fiesta. Deyanira, temiendo que Hércules estuviera ahora más encariñado con Íole que con ella, empapó la camisa en la sangre de Neso y luego lavó las manchas, dejando solo el veneno. Tan pronto como Hércules se puso la camisa, sufrió una agonía y empezó a arder. Se arrancó la camisa del cuerpo, pero el veneno ya estaba en su piel. Como era un semidiós, no podía morir rápidamente y por eso sufría mientras el veneno penetraba en su cuerpo y se debilitaba cada vez más. Deyanira, al darse cuenta de que había sido engañada por Neso y había matado a su marido, se ahorcó.

La Muerte de Hércules

Hércules subió al monte Etna, donde construyó su propia pira funeraria en un claro, entregó sus posesiones y luego se acostó con la cabeza apoyada en su garrote y la piel del león de Nemea cubriéndolo; luego se encendieron las antorchas y la pira tomó fuego.




miércoles, noviembre 15, 2023

Los doce trabajos de Hércules

El Can Cerbero

Este ser mitológico era un perro de tres cabezas que custodiaba las puertas del inframundo, donde residían las almas de los difuntos, éste se encargaba de que no entraran los vivos ni pudieran salir los muertos. Euristeo, encargó a Hércules que le trajera al can sabiendo de antemano que nadie podía salir del infierno. Zeus para esta empresa le pidió a Hermes, conductor de las almas que acompañara a su hijo. Hércules por su parte se inició previamente en los misterios de Eleusis y se puso camino a Tenaro, donde se creía estaba la puerta de entrada a los infiernos. Cuando llegó se encontró con Teseo encadenado, Hércules le liberó de sus cadenas y emprendió el camino. Cuando estuvo frente al dios Hades le solicitó a Cerbero, pero Hades le instó a que fuera él mismo quién redujera a la bestia, y así lo hizo, con sus enormes brazos, Hércules sometió al animal y se lo llevó a Euristeo, quien asustado obligó a Hércules a que se deshiciera de él. El héroe lo devolvió a Hades

 –Será la proeza que corone tu fama –le dijo con una pérfida sonrisa–. En el oscuro reino de Hades, donde habitan los muertos, hay un can. Su nombre es Cerbero y custodia las puertas infernales. Quiero que me lo traigas.

Cuando Hércules oyó la orden de Euristeo, sintió terror. El mismo terror que todos los mortales le tenían a Hades, el implacable dios que les impedía la salida a quienes habían entrado en los Infiernos. Pero el héroe se sobrepuso y emprendió la marcha. Zeus, que siempre seguía los pasos de su hijo, le pidió al dios Hermes y a la diosa Atenea que lo acompañaran. Y juntos llegaron al Ténaro, una de las bocas de entrada a los Infiernos, y comenzaron el descenso. Al ver a Hércules, los muertos huían despavoridos. Solo dos se quedaron: Medusa y Meleagro. La primera, un monstruo con cabellos de serpiente y grandes colmillos, salió a su encuentro. Hércules, creyendo que estaba viva, desenvainó su espada para atacarla. Pero Hermes le advirtió que solo era una sombra y continuaron el camino. Más adelante, liberó a algunos humanos que, vivos y encadenados, cumplían una condena por faltas tremendas. Y también sacrificó unos animales del rebaño de Hades, para darles de beber sangre a los muertos que querían recuperar un poco de vida. Finalmente, llegó al trono del dios de los Infiernos. Hércules le expuso el motivo de su visita y Hades le respondió: –Puedes llevarte a Cerbero, pero tienes que atraparlo sin la ayuda de tus armas. Cuando el héroe se acercó al terrible can, desarmado y protegido solo por la piel de león que le servía de coraza, este lo recibió con espantosos aullidos. Cerbero era un espeluznante perro de tres cabezas, cola de dragón, garras y colmillos como puñales de acero, y su lomo estaba cubierto de erizadas cabezas de serpientes. Hércules lo tomó por el cuello y, aunque el perro lo mordió y lo picó varias veces con la punta de la cola, la presión de sus manos fue aumentando más y más, hasta dejarlo sin aliento. Como Cerbero sintió que se ahogaba, se rindió y aceptó seguirlo dócilmente. Juntos emprendieron el ascenso hacia el mundo de los vivos y, luego, el camino de regreso a Micenas. Pero cuando Euristeo los vio llegar, se aterrorizó tanto por el aspecto y los horribles ladridos del animal, que corrió a esconderse en su vasija de bronce. Entonces, Hércules le devolvió el perro a Hades, para que continuara custodiando la entrada al reino de los muertos. Y así fue como, después de este último trabajo, quedó libre de su servidumbre a un rey débil y envidioso. A partir de entonces, emprendió otras aventuras que lo hicieron más célebre todavía.




martes, octubre 31, 2023

Los doce trabajos de Hércules

Las manzanas de oro de las Hespérides

Cuando la diosa Hera se casó con Zeus, Gea, les regaló unas manzanas de oro que Hera plantó en su jardín y que custodiaban las Hespérides con la ayuda de un dragón.

Euristeo mando a Hércules a que cogiera los frutos de Hera, para ello Hércules tuvo que vagabundear por diferentes lugares del mundo haciendo uso de la copa de Helio para poder localizar el jardín. En una de las incursiones liberó a Prometeo de su cautiverio y éste a modo de recompensa le instó a que encontrara al Titán Atlas que era quién soportaba el peso de la Tierra y el único que sabía dónde estaba el jardín de las Hespérides.

Hércules llego a la región de los Hiperbóreos, encontrándose con Atlas. Para convencerle le dijo que él mismo sostendría el mundo liberándole de la carga mientras Atlas iba a buscar las manzanas. Así fue como Atlas volvió con las manzanas en sus manos, pero le dijo que él mismo iría a dárselas a Euristeo. Hércules viendo que sería condenado a cargar con la Tierra sobre sus hombros, engañó de nuevo al Atlante, diciéndole que, por favor, sostuviera un momento el mundo mientras se colocaba una almohada en los hombros para protegerlos, Atlas cayó en la trampa y Hércules se marchó con las manzanas. Finalmente, como Euristeo no sabía qué hacer con éstas se las regaló de nuevo a la Diosa, quién las volvió a colocar en su jardín.

Tras completar sus primeras diez labores, Euristeo les dio dos más afirmando que ni la hidra contaba (Ya que Yolao le había ayudado) ni los establos de Augías (ya sea porque había recibido pago por el trabajo o porque los ríos hicieron el trabajo). La primera de estas dos labores adicionales fue robar las manzanas del jardín de las Hespérides. Hércules capturó primero al Anciano del mar, un dios marino cambia-formas, para aprender donde se encontraba el jardín de las Hespérides.







jueves, octubre 26, 2023

Los doce trabajos de Hércules 

Los Bueyes de Geryón

Euristeo estaba feliz de ver como su hija había recibido el cinturón de Hipólita y pensó, porque pedirle a Hércules trabajos difíciles, mejor pedirle cosas que anhelo y que sé que no puedo tener. Así que ordeno a Hércules como decimo trabajo que en esta ocasión quería que le consiguiese las reses del rey Geryón, que tenían fama de ser el mejor ganado del mundo en aquellos tiempos. Pero Euristeo no facilito el trabajo a Hércules pues tenía el problema que debía conseguir el ganado mediante el robo, no con la compra.

El rey Geryón era un gigante colosal, se decía que era el ser más fuerte de la tierra, más fuerte que algunos dioses. Su cuerpo era extraño pues era desproporcionado, tenía dos poderosas piernas que sustentaban tres cuerpos pegados con seis brazos en los extremos y contaba también con tres cabezas. Era uno de los mejores luchadores de la antigüedad pues podía manejar 6 espadas a la vez con sus brazos.

Este gigante habitaba en las lejas tierras occidentales del ahora sur de España y norte de Marruecos.

Los bueyes eran de color rojizo eran mil y de considerable tamaño, y proporcionaban gran cantidad de leche y carne a sus dueños. Estos bueyes de Geryón estaban guardados por el pastor Euritión y su temible perro de dos cabezas y grandes colmillos Ortro.

En su largo camino hacia las tierras de Geryón, el héroe tomo la ruta de África y tuvo que cruzar el desierto del Sahara bajo un sol abrasador. Como los días de camino iban pasando y sol no menguaba en fuerza, Hércules tomo varias flechas y las lanzó hacia el sol, quejándose de hasta cuando iba a durar ese calor infernal.

El dios Helios viendo lo gracioso de la situación para él y la penuria que estaba pasando Hércules en sus trabajos, le concedió su deseo y realizó el resto del camino bajo mejores condiciones.

Al llegar a las tierras de Geryón y divisar las reses, inmediatamente se presentó ante él Ortro, el feroz perro de dos cabezas que intentó atacarle. Hércules con su gran maza golpeo a la fiera, la cual cayo a la tierra.

El fuerte y bruto pastor Euritión al ver la situación también quiso atacar a Hércules, pero el héroe no tuvo problemas para vencerlo también con lo que Hércules tenía el camino libre para llevarse a los bueyes de Geryón.

Y así emprendió Hércules el camino de vuelta a Grecia con los mil toros de Geryón, pero el gigante alertado por sus criados corrió tras Hércules. Alarmado por los temblores de la tierra bajo sus pies por el correr de Geryón, ya suponía que lo perseguía y que lo alcanzaría muy pronto. Hércules no quería una lucha cuerpo a cuerpo con el gigante pues sabía de la fuerza y las habilidades con las armas de este mostro.

Así que para mantener la distancia Hércules hundió sus manos en la tierra y con su gran fuerza, consiguió quebrar la tierra, separando la lengua de tierra que unía África y Europa formando el estrecho de Gibraltar.

Pero aquello no fue obstáculo suficiente para Geryón que logro salvar aquella gran zanja cubierta por el agua de mar mediterráneo y el océano atlántico, lo que no esperaba es que Hércules sorpresivamente le espera presto con sus flechas envenenadas por la sangre de la hidra y le clavará tres de ellas en sus tres corazones. Así acabo la vida del Gigante Geryón.

Una vez de vuelta ante el rey Euristeo, este no estaba feliz ante su nuevo rebaño y le recrimino que le hubiese llevado tanto tiempo esta tarea. Hércules le recordó a Euristeo que ya había realizado diez trabajos, pero este a su vez respondió que dos trabajos, matar a la hidra de Lerna y la limpieza de los establos de Augias no habían sido validos porque le había ayudado demasiado, así que no le libraba de su esclavitud y tendría que volver al siguiente día para realizar el undecimo trabajo de Hércules.




miércoles, octubre 11, 2023

Los doce trabajos de Hércules

El Cinturón de Hipólita

 

El noveno trabajo de Hércules fue el de obtener el cinturón de Hipólita, la reina de las amazonas. Este trabajo fue ideado por Admete, que conociendo que a su padre el rey, ya le faltaban las ideas para indicar a Hércules un trabajo de dificultad suprema. Admete era una princesa que disfrutaba de los lujos de palacio y había desarrollado un carácter caprichoso, siempre sintiendo envida y codicia por poseer más y que era una semblanza del carácter de su padre.

 

A Euristeo le pareció una tarea de gran peligro el capricho de su hija y le concedió el deseo.

Creta y Tracia se podían considerar los límites meridional y septentrional de la patria griega. Pero el ámbito de las peticiones de Euristeo no terminaba ahí. Por deseo de Admete, hija de Euristeo, Heracles se dirigió al reino de las Amazonas, un pueblo mítico que se creía vivía al Noreste de Asia Menor, a la conquista del cinturón de su reina, Hipólita, que simbolizaba el poder que ella tenía sobre su pueblo.

Hipólita era reina de las amazonas, un pueblo de mujeres guerreras, muy temidas y respetadas por todos. Bravas mujeres que pasaban la vida adiestrándose en el arte del combate y la lucha, por lo que eran unas temibles adversarias. Habían sido las primeras en utilizar montura para los caballos y no permitían a los hombres de su reino conocer el arte de la lucha relegándolos a las tareas mundanas.

 

El cinturón de la reina de las amazonas era un extraordinario cinturón de oro que el Dios Ares había regalado a su hija.

 

Hércules viajó con algunos compañeros hacia Temiscira, la ciudad de las amazonas. La reina Hipólita al ver Hércules se sintió atraída por él y lo trato con mucha amabilidad.

 

Hércules al ver el buen trato, en vez de robar o luchar por el cinturón, pensó en cultivar la amistad para después pedírselo prestado por un tiempo como símbolo del amor que había surgido entre los dos guerreros.

 

Pero la diosa Hera, siempre dispuesta a poner dificultades en la vida de Hércules, se transformó en guerrera amazonas y fue pregonando que Hércules y sus hombres querían robar las pertenencias más importantes de los templos de las amazonas, incluido el magnífico cinturón de Hipólita.

 

Las amazonas ofendidas, encolerizadas, sintiéndose engañadas con Hipólita a la cabeza atacaron el barco de los griegos. Tras una feroz lucha, Hipólita cayo herida y finalmente muerta.

 

Una vez muerta Hércules, con gran tristeza por el afecto que sentía por Hipólita la amazona, le despojo de su cinturón para cumplir su misión y llevarle la prenda a Abdete, la hija del rey Euristeo, que probablemente no le daría valor. Para él en el recuerdo, el cinto sería botín y prenda de amor.

 

Euristeo de nuevo sorprendido porque había llevado a buen puerto este trabajo, regalo el cinturón a su hija y comentó a Hércules que volviera al día siguiente que le indicaría cual sería el décimo trabajo de Hércules.






martes, octubre 10, 2023

Los doce trabajos de Hércules

Los Caballos de Diomedes

 

Como octavo trabajo Hércules, el rey Euristeo encomendó a Hércules que trajera a Micenas las yeguas del Diomedes.

 

Estas, comían carne humana, lo cual provocaba que fueran muy salvajes y las dejaba sin comer durante días para provocar tal instinto. Su dueño el rey Diomedes las tenía que mantener atadas con cadenas para que no causasen daños a sus súbditos y las alimentaba con la carne de sus inocentes huéspedes o los soldados cautivos en las batallas.

 

Para tal trabajo Hércules se había hecho acompañar por una serie de amigos, pues conocía que las yeguas estaban bien custodiadas por el ejército del rey Diomedes, que este las tenía en gran aprecio.

 

Una noche Hércules y los acompañantes consiguieron entrar en las caballerizas del rey Diomedes y tras vencer a los mozos de cuadras, robar las yeguas devora hombres para llevarlas cerca del mar donde les esperaba un barco.

 

Pero para ese momento la guardia había avisado de lo sucedido y el rey Diomedes llego con su ejército cuando iban a embarcar.  Ante la presencia del ejército y sus intenciones de atacar, Hércules dejo a su amigo Abdero las cadenas de las yeguas y se fue a combatir al rey Diomedes.

 

Los caballos de Diomedes conocedoras que estaban siendo robadas quisieron escapar y volver con su amo cuando lo vieron. Los salvajes caballos salieron al galope tirando al pobre Abdero al suelo que murió arrastrado pues estaba sujeto a las yeguas con cadena sin posibilidad de soltarse.

 

En la lucha el rey Diomedes cayó muerto y Hércules enojado por la muerte de Abdero dio de comer a las yeguas con el propio cuerpo del rey Diomedes. Los caballos salvajes y hambrientas no desecharon tal alimento y devoraron a su dueño, los soldados de Diomedes al ver la escena huyeron en pánico, pues sabían que tampoco los respetarían a ellos.

 

Sin embargo, no hubieran corrido peligro, pues las yeguas de Diomedes al comer a su dueño se habían vuelto mansas. Así que Hércules aprovecho para atarlas a un carro y hacer el viaje de vuelta a Micenas para mostrarla al rey Euristeo.

El rey Euristeo no estuvo impresionado por las pacíficas yeguas y las dejo sueltas por el campo donde se dice que fueron atacadas y comidas por alimañas salvajes. Euristeo indicó a Hércules que volviera el día siguiente que le informaría cual sería el noveno trabajo de Hércules.